La presión arterial elevado conocida como hipertensión arterial es una enfermedad que acompaña por el resto de sus días a quien la padece.
Las arterias y venas deben ser elásticas, para permitir que la presión de la sangre por ellas avance sin obstáculos, hay mecanismos nerviosos de regulación de esta elasticidad según las necesidad fisiológicas del cuerpo.
Cuando esta elasticidad se pierde por acumulación de depósitos de grasa (colesterol y triglicéridos) en su interior hay un efecto inflamatoria en sus paredes internas que favorece la obstrucción progresiva de la luz de las arterias y venas, así como de la elasticidad de las mismas.
Esta condición anterior hace que el corazón tenga que latir más fuerte y más rápido para compensar el flujo sanguíneo hasta un punto en que la presión alta se convierte en un daño progresivo a estructuras como los riñones principalmente lesionando y dañando su capacidad de filtrar orina.
El mejor tratamiento para esta enfermedad es la combinación de cambio del estilo de vida (alejarse del sedentarismo, estrés, dieta) y la toma de medicamentos antihipertensivos con apoyo de medicamentos naturales o biológicos para su mantenimiento a largo plazo con éxito.
La reducción de sal en su dieta (sal común y saborizantes o sopas de bolsa o bote) así como bajar de peso y alejarse de carnes rojas principalmente de cerdo o res pueden contribuir enormemente a tener mejores resultados.
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